En un simposio sobre la relación entre ciencia, filosofía y religión celebrado en 1934, Albert Einstein pronunció un célebre aforismo que ha sido utilizado una y mil veces por los seguidores de los más diversos credos para defender que el conocimiento científico y la fe no solo no se excluyen, sino que se complementan. "La ciencia sin religión está coja, la religión sin ciencia está ciega", dijo en aquella ocasión el físico alemán. Desde entonces, la frase ha estado siempre en el centro del debate sobre el sentimiento religioso de Einstein. Si es que lo tuvo. El contenido de una carta dirigida al filósofo judío Eric Gutkind en enero de 1954, de la que no se tenía noticia hasta ahora, puede arrojar algo de luz sobre tan controvertida cuestión.
En la misiva, el físico escribe que "la palabra Dios" es "la expresión y el producto de las debilidades humanas" y que la religión es "la encarnación de las supersticiones más infantiles".
Einstein escribió desde Princeton a Gutkind después de que este le enviara un ejemplar de su libro Elegir la vida. La llamada bíblica a la revuelta. En la carta, escrita en alemán y fechada el 3 de enero de 1954, el hombre que acuñó la frase "Dios no juega a los dados" para resumir su refutación del principio de incertidumbre asegura que para él la Biblia no es más que "una colección de leyendas honorables pero primitivas que resultan bastante pueriles".
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